felicidades mamá

-Te quiero hasta el cielo, y tu?
-Yo hasta las estrellas.
Apenas tenia 5 años cuando me acostumbré a quererla así, hasta las estrellas...Quizás sea porque los únicos brazos que de verdad me arropan son los suyos. Quizás sea por la gran paciencia que tiene con tantos fracasos míos, porque deja que me caiga para que aprenda, porque es la mejor maestra que tengo. Gracias a ella quiero cuidarme, ir por el buen camino y seguir los pasos que desde pequeña me ha enseñado. Es mi ejemplo a seguir. Y yo soy yo porque ella ha querido que sea así. Soy yo con ella, sin máscaras. Porque creerse que solo la quiero a ratos me parece una locura, cuando sabe perfectamente que a cada cosa que hago pienso antes en ella, en si ella estaría de acuerdo. Puede que esté mal depender tanto de ella, que haya gente que no lo entienda, pero con 16 años que tengo, todavía no ha habido ni un momento que me haya arrepentido de haberle hecho caso.  ¿Como no hacerle caso a la persona que me ha quitado todos los miedos? Es el pilar de mi vida. Y es que ella empezó a quererme incluso antes de haber nacido,  incluso antes de verme. Y yo ni siquiera recuerdo cuando empecé a quererla, lo único que se es que la suerte invadió mi vida desde que me cogió en brazos. Nadie lo sabe, pero su piel es mi mejor colchón. Y ojalá fuese posible alquilar su pecho, aunque solo fuese un ratito. O unos años.
Nunca se deja ver triste. Está convencida de que todo va a salir bien, siempre. Sabe perfectamente cuando algo se está torciendo,  sabe perfectamente qué hacer para que todo vuelva a arreglarse. Ella también tiene sus dias, a veces se pone muy pesada en que sea más responsable, más ordenada y demás. Pero juro que soy incapaz de decirle que no a nada. Odia que esté todo el dia fuera, porque al igual que yo, ella necesita un ratito de mí, aunque sea solo para compartir silencios conmigo. Me faltarían adjetivos si quisiese explicar como me siento cuando llego a casa después de un mal dia y la veo tumbada en el sofá leyendo una novela, ojalá fuera capaz de transmitir a alguien la paz que ella me transmite a mi. Hay cosas tan nuestras que si las supierais, quizás entenderíais porque la necesito en mi día a día, pero eso es imposible.  Es la única persona que sabe como soy, y sin mirarme ya me ve.
MUCHAS FELICIDADES, MAMÁ.
TE QUIERO.

El valiente es valiente hasta que el cobarde deja de serlo.

Vamos a jugar a un juego. Sólo tú y yo. Tenemos que recordar lo que un día fuimos y lo que parece que no queremos volver a ser. Volveremos a construir  un castillo de arena y lo rodearemos de muros para que sólo nosotros veamos lo que realmente se siente allí. Como aquella vez.
También...también podría decirte que te quiero en mi vida. Que te quiero a pesar de todo. Y tú... tú podrías olvidarte de todo y de todas. Centrarte en mi. Y sólo en mi. Entender que todo lo que te puedan dar, te lo puedo regalar. Vamos a desear reír juntos pero lloraremos lejos. Vamos a querernos  sin querer. ¿Te gusta? Es la forma más fácil que hay de ser cobardes.

Tenemos que desear tocarnos pero ni rozarnos. Correr en el mismo sentido pero diferente dirección. Hay que fingir que no nos queremos. Como ahora. 
 No es tan difícil. Sólo que ahora será un juego.
El primero en caer perderá el billete de viaje a marte. De ida, sin vuelta. ¿Qué irónico no? El primero que caiga en las manos del otro perderá el motivo por el cual sigue aquí.
Total, dispuestos a jugar. Vamos a acabar con esto. De una vez. Nadie de los dos ha sido lo suficiente valiente para romper el muro y sangrar. Pero si lo suficiente para vivir en un castillo de arena.


Toni Arco. (sabes meterte en mi cabeza perfectamente, mil gracias.) 


supongamos que te echo de menos

Supongamos que desaparece aquel mes, aquel fin de semana. Supongamos que aquello no acaba conmigo. Supongamos que quiero ir de nuevo a la estación e intentar captar una imagen mientras llega el tren, y tú con él. Y ahora, ahora yo supondré que tú no me has olvidado, que no has borrado ni una sola fotografía mía, ni un solo mensaje, ni una sola carta. Que tu intención no era la de alejarme matándome poco a poco. Que aún queda esperanza, que no la hemos desperdiciado toda. ¿Marcarías mi número? Son las cuatro de la mañana de cualquier día de enero, y es tu silencio el único que ahora me despierta al caer la noche. Es tan difícil conciliar el sueño después de habértelo regalado a ti... A veces pienso en llamarte, escribirte para que me lo devuelvas. Echo tanto de menos a la persona que solías ser antes de conocerte… Antes de convertirme en la mitad de todo, de nada.
Sin ti me sobra la mitad de todos mis cigarrillos, los cinco minutos de más después de apagar el despertador, una cucharada doble de azúcar en el café. Me sobra la mitad de la cama, de la almohada, del sofá… Sin ti las películas las veo enteras, y leer antes de cerrar los ojos ha dejado de ser mi estrategia para que me quitaras el libro y siguiéramos con la poesía debajo de las sabanas. Y sin embargo te fuiste. Y a mí solo me queda suponer que a ti también te sobran las mismas mitades que a mí. Que tú también echas de menos mis manos cuando tienes frío. Y que Madrid es la mitad de bonito sin nuestros besos en la mitad de la gran vía. Sigo notando tu nombre en mi nuca cada vez que me recojo el pelo. Ojalá decir que te grabaste en mi piel a fuego fuera sólo una metáfora más. Ojala decir que te llevaste mi corazón no fuese tan real.

Monica Gae.
No hay en el mundo gente sin interés.
Su destino es la historia del planeta.
Cada uno tiene algo particular, suyo,
y no hay planetas que se le parezcan.

Y si alguien vivió discretamente
y congenió con tal discreción,
también fue interesante entre todos
por su misma discreción.

Cada uno tiene su secreto mundo personal.
En su mundo hay un momento, el mejor.
En su mundo hay una hora, la más horrible,
que nosotros desconocemos por entero.

Y si un hombre se muere,
con él muere su primera nieve,
su primer beso, su lucha primera...
Todo se lo lleva consigo.

Sí, permanecen los libros y los puentes,
las máquinas y las telas de los pintores,
sí, a muchas cosas les toca permanecer,
¡pero algo, de todos modos, desaparece!

Tal es la regla del implacable juego.
No son hombres los que mueren sino mundos.
Recordemos a los hombres, pecadores y terrenos.
¿Pero qué sabíamos, en esencia, de ellos?

¿Qué sabemos de los hermanos y amigos,
qué sabemos de su yo único?
Incluso de nuestro propio padre,
aún sabiéndolo todo, no sabemos nada.

Se va la gente...Imposible hacer que vuelva.
No podemos, sus mundos secretos recrear.
Y cada vez siento de nuevo deseos
de gritar ante el imposible regreso...

¡Escuchadme ciudadanos!
Ivan Illich.


"Si somos sinceros, el amor no es más que el hecho de quererse más a uno mismo, a través de otra persona. Así que si algún día vuelves a venir a quererte conmigo, que sepas que te sigo esperando, porque yo tampoco sé quererme sin ti."